Existen grandes hombres, hombres con fama y posición, que son un ejemplo para muchos, personas, que nos dicen como debería ser nuestra vida. Unos nos divierten, con su arte, otros nos guían con su carisma, y unos pocos nos acompañan cada día, cercanos, amables, y sobre todo anónimos; o al menos no tan “famosos”.
Hace poco tiempo, un gran amigo, me entrego un regalo, bueno; en realidad me ha entregado muchos, y algunos realmente grandes e importantes, pero del que les hablo en esta ocasión, es uno de esos que a veces recibimos sin esperarlos, y en realidad sin saber bien si es adecuado para nosotros. Es este, un regalo no solo para mi, también para toda mi familia, y para todo aquel que esté dispuesto a pararse un momento y mirar a su alrededor.
Se trata de una historia, no una historia cualquiera, o quizá sí, pues estoy descubriendo que esta historia se repite una y otra vez, desde que empezó nuestro tiempo; entendiendo por nuestro tiempo, la era en la que en la actualidad vivimos, desde hace algo más de de 2000 años. Llego a mis manos en forma de película documental, con el título de “La ultima Cima”, dicho documento, nos habla de una de esas personas cercanas que a pesar de ser desconocida para el gran público, es muy conocido dentro del seno de la Iglesia Católica; pero esto quizá no sea lo importante, lo que realmente importa, es que todo aquel que lo ha conocido; ha quedado gratamente impresionado por su calidad humana, por su dimensión espiritual, y sobre todo por su ALEGRIA. Su nombre Pablo Domínguez Prieto.
Bien, después de haber dejado el DVD sobre el mueble de mi salón, ayer lo abrí, y me pareció una muy buena idea, pasar las últimas horas del día, con mi familia viendo este largometraje. Rápidamente, te vas colando dentro de la historia, excepcionalmente bien narrada, en calve de humor, por su director Juan Manuel Cotelo.
Lo primero que descubrimos, es que precisamente el humor, estaba presente de forma constante en la vida de Pablo, es algo que queda patente, nada más empezar a visionar la película, y hay una frase que me impacto “Si hoy en día, crucificas a un cura, serás el centro de atención, pero si hablas bien de uno, al que crucificaran, es a ti”. Curioso verdad, pero cierto, y si, seguro que es verdad, que no todos los curas son buenos, y si, seguro que es cierto que algunos no se merecen ser curas, pero claro, a veces nos olvidamos que los curas son hombres; y que como tales tienen defectos, y que es inevitable encontrarnos malas personas, incluso entre los que se supone que deben estar al servicio de los demás, ahora bien, quien realmente es llamado al sacerdocio, dudo mucho que pueda hacer todas esas cosas que se oyen, pues he aprendido, que ser sacerdote, no es un simple oficio, ya que los auténticos, reciben la llamada directamente de nuestro señor, y se nota solo con ver su semblante, lleno de paz, incluso en los momentos más duros de la vida.
En esta cinta no se eluden los temas de actualidad, de hecho, la historia gira alrededor de las preguntas del momento ¿Qué opinión tenemos de la iglesia?, ¿Cómo son los curas?, ¿”Por qué viven tan bien”? Etc.. Se muestra libremente, la opinión de quien no está de acuerdo con el Sacerdocio, o con la Iglesia, sin ningún tipo de censura, para después mostrar, como contra partida, la vida de Pablo, y las opiniones de los que le conocen. La conclusión, es sencilla, y nos habla de ella Juan Manuel Cotelo, “En definitiva, si algo he descubierto en la Iglesia, es bondad, a pesar de las noticias que nos llegan, las buenas personas, abundan en el seno de la iglesia”.
Los testimonios, que podremos oír, nos hablan de una persona, que mas allá de toda duda, siempre estaba dispuesta a ayudar, siempre tenía una mano amiga para todo aquel que se cruzara en su camino; alguien que tenía motivos para ser orgulloso y altivo, y que sin embargo, siempre se dirigía a los demás desde la total humildad; con un lenguaje sencillo, y cercano. Si, Pablo era CURA, (con mayúsculas) y no lo digo en pasado porque dejara de serlo, lo digo, porque desgraciadamente, el 15 de febrero de 2009, durante el descenso del alto del Moncayo en compañía de Sara de Jesús, médico-antropóloga y coordinadora del Instituto Newman de la Universidad Francisco de Vitoria; ambos perdieron la vida, mientras practicaban su otra gran pasión, el montañismo.
Cuando estaba viendo el documental, me pregunte en varias ocasiones, porque ha tenido Pablo que morir, para que yo lo conociera; si, digo bien, cuando digo conocer, pues, a pesar de que todo lo que yo he podido ver de Pablo, ha sido tras su muerte, aun a pesar de que nunca lo conocí en vida, curiosamente, es de esos personajes, que dejan huella en el ambiente. He disfrutado mucho viendo el documental que habla de él, pero también buscando información sobre su persona, para hacerme una idea más clara de quien era este hombre ejemplar.